puedo perderlo todo, puedo estallar,
puedo soñar y ver la realidad,
pero no puedo olvidar,
porque no quiero olvidar.
Mientras descubro que solo estaba siendo manejado por mis emociones también caigo en la cuenta de que la vida nos pone a prueba todo el tiempo no para que lo vean los demás, sino para darnos cuenta de lo que realmente somos en ese momento dado y como podemos manejar ciertas situaciones. Ser real es parte de nuestros sueños, nuestra imaginación es el límite, pero, no hay límites en esa imaginación.
Entonces ¿hay un límite?
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