miércoles, 10 de septiembre de 2014

Estamos condenados a amar.
Somos víctimas de esa dulce miseria que nos rodea
cuando el amor se aleja.
Somos víctimas de ese dulce néctar que nos inyecta
en las venas,
hasta llegar a donde más duele.

Duele bien, duele mal.
Nos duele.

Estamos condenados a amar
y no elegimos a quién,
pero si elegimos a quién a nuestro corazón puede vencer
en una batalla en la cual, de cualquier manera, 
los dos vamos a perder.

Y vamos a ganar tenernos
pero por siempre, es cosa de nunca.
Y vamos a querernos,
hasta que duela.

Duele bien, duele mal.
Nos duele.

DSM//

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